28.11.06

La ribera del Arlanza



El domingo 26 Ana y yo nos encaminamos hacia el Arlanza saliendo por la autovía hacia Madrid y tomando el desvío para Soria en Sarracín. Llegamos a Hortigüela donde nos desviamos hacia Covarrubias. Pasado el monasterio de Arlanza se cruza un puente y al final del mismo se inicia en el lado izquierdo una senda que nos llevará por la ribera del rio.
El día es soleado y hay una alta humedad a causa de las últimas lluvias. La ruta es muy sencilla y agradable, y en los riscos aledaños se observa un gran número de buitres que siguen vigilantes nuestros pasos. El ruido producido por sus alas al iniciar el vuelo nos impresiona notablemente. La vegetación se compone de preciosas sabinas y arbustos que en ningún momento llegan a dificultar el camino.
El rio está muy crecido, hasta el punto de cubrir el camino previsto inicialmente en diversos tramos, haciéndonos desistir de continuar la ruta hasta el final y obligándonos a marcar el camino de vuelta con cáscaras de plátano


El Jardín del Etna

Contigo pan y cebolla, dice el refranero, y a buen seguro eso es lo que debieron pensar las simpáticas chicas del Jardín del Etna ( La Merced 19, Burgos ) cuando abrieron su Ecocentro. La comida vegetariana se degusta en este local con la confianza que proporciona una cocina abierta al salón restaurante. Aunque el aforo no es muy grande el ambiente es agradable y el servicio amable y cuidadoso con el detalle. La variedad de la carta es amplia, ofreciendo desde ensaladas sencillas elaboradas con verduras de temporada hasta sofisticados platos elaborados con productos derivados de la soja o del germen de trigo. El pan de cebolla, hecho artesanalmente, hay que pedirlo expresamente para que te lo sirvan. La carta de bebidas contiene varios vinos del país, cerveza y sidra vasca.
Nuestras recomendaciones: cualquiera de los entrantes es digno de ser elegido, eso sí, es recomendable probar las tostas especialidad de la casa. En cuanto a los platos fuertes el sorprendente sabor de la hamburguesa agridulce acompañada por virutas de verduras a la plancha es el más destacable, realmente delicioso.
Solo un plato controvertido: aquellos amantes de la textura gomosa que rememoren con deleite los chicles con sabor a fresa ácida de su etapa infantil o que gusten de escuchar las melodías pop de los Fresones Rebeldes disfrutarán con el sabor del Seitán a la Naranja. El resto hará mejor en abstenerse de probarlo.
Y por último los postres: un diez para el Tiramisú, por mucho que hayamos llenado el estómago vale la pena dejarle un hueco: realmente espectacular!
Pero ahí no acaba todo: el Jardín del Etna destaca por la calidad y la variedad de sus infusiones.
Precio orientativo: unos 20 euros por persona.

Crítica Gastronómica

Una cuestión acuciante precisaba ser resuelta: está muy bien ser guía a través de vergeles paradisíacos de quienes huyen del mundanal ruido, pero y el pan qué?Demos al pan lo que es del pan y al pino lo que es del pino! Con el fin de no descuidar el buen yantar hemos decidido ampliar horizontes: Inauguramos, pues, la sección de crítica gastronómica.

27.10.06

Dehesa de las Mamblas


La noche anterior una noticia cae como una losa en el seno del grupo Al pan pan y alpino pino: nuestra ideóloga Noemi no podrá acompañarnos en la excursión del domingo debido al aluvión de lluvias torrenciales. Tras el shock inicial, nos reponemos rápidamente con una ruta de circunstancias: la dehesa de las Mamblas.


Nos encaminamos hacia el pueblo de Hortiguela por la carretera de Soria, y tras recorrer aproximadamente unos 40 kilómetros llegamos al lugar en cuestión. Un lugareño nos indica que saliendo en dirección al cementerio lograremos llegar al camino que conduce al vecino pueblo de Mambrillas de Lara. Nuestro propósito es acceder a dicha localidad por el camino que recorre la dehesa. Caminamos lentamente disfrutando del paisaje, un pequeño valle con montañas de poca altitud en uno de sus lados y nos internamos en un bosquecillo a través de un camino entre arbustos pequeños. En breve llegamos a Mambrillas, pueblo que nos sorprende por su tamaño, superior al inicialmente previsto. Apenas hemos tardado dos horas y media en llegar, cuando de repente la lluvia hace acto de presencia y nos obliga a recorrer el camino de vuelta en aproximadamente la mitad de tiempo.

Unos pinchos en Carcedo culminan la pequeña excursion de cuatro horas mientras la lluvia se adueña de la tarde

24.10.06

La ermita de la Soledad



El domingo 15, por aquello de que no hay dos sin tres, planeamos otra excursión, pero esta vez decidimos fiarnos de la familia en vez de Enrique del Rivero. Además, el sitio al que vamos excede a sus competencias porque nos salimos de Burgos, en dirección a Canales de la Sierra y vamos a la ermita de la Soledad.
Las indicaciones de la familia resultan ser igual de imprecisas que las otras, así que acabamos llegando a Canales porque en el desvío no había ninguna señal como se nos había prometido.
Pero una vez allí, merece la pena el viaje, rodeo incluido.
A la ermita, según leemos en un panel, llega una romería la última semana de agosto en la que los romeros van con una capa negra de lana de merina y se quedan allí toda la noche, iluminados sólo por una vela, hasta que al día siguiente llega el resto del pueblo.
Al lado, hay una zona acondicionada como merendero. Lo pasamos, remontando el río una vez más, haciendo fotos de las hayas, que están preciosas ya que tienen hojas aún verdes, otras amarillas y otras ya rojas en los extremos de las ramas.
Seguimos hasta llegar a un punto en que el camino se cierra y decidimos parar a comer el bocata antes de volver para explorar el otro camino que hemos visto que salía de la ermita en dirección ascendente.
Pero a la vuelta, nos desviamos del río y acabamos teniendo que vadear otro, intimidados por las colmenas instaladas al lado del camino.
Después seguimos una pista ascendente, admirando las cumbres de la sierra de la Demanda hasta que decidimos que ya hemos andado suficiente por hoy.
Así que bajamos cantando animadamente primero el romance del Pernales y luego los grandes éxitos de la Lupe.
De vuelta hacia Burgos, paramos en Barbadillo de Herreros a tomar café.
Vemos que en este pueblo hay un albergue y una serie de rutas para subir a picos cercanos, como el San Millán, que nos resultan tentadores, aunque aún tengamos que seguir cogiendo fondo para atrevernos con ellos.

Desfiladero de los Tornos, de Tudanca a Cidad de Ebro


En vista del éxito de la primera excursión, decidimos aprovechar el día festivo del Pilar para hacer otra escapadita. Esta vez se nos une Mónica, aunque tanto ella como Isma pasan la primera parte del viaje (el atasco creado por los madrileños que van a Santander) recuperandose de su concierto el día anterior en Susinos del Páramo.
Llegamos a Tudanca, en el valle de Zamanzas, después de ver a la "chica" de la curva en el penúltimo pueblo.
Al llegar nos decepciona ver un montón de coches aparcados al lado del río, cuando nosotros pensabamos llegar a un sitio recóndito. Así que cogemos una vez más las indicaciones de Enrique del Rivero, que nos dicen que hay un puente y que, al otro lado, empieza la ruta del desfiladero de los Tornos. Andamos un rato y nos parece todo muy bonito, hasta que llegamos a un punto en el que para seguir avanzando hay que cruzar el río Ebro, y éste no se puede vadear tan fácilmente como el Oca.
Así que releemos a Enrique que dice que hay que "remontar el río", cuando nosotros le habíamos seguido la corriente...
Caminando hacia el otro lado, pronto no topamos con una zona demasiado complicada como para seguir, intentamos aún subir por otro sitio y vamos a dar al camino que hemos hecho anteriormente.
Barajando la posibilidad de ir al bar -pues es la hora del vermouth- y preguntar por dónde se coje la ruta, vemos una señal en medio del puente que indica no ser el camino correcto, e inmediatamente empezamos a ver marcas blancas y rojas que nos indican el GR-85.
Exultantes por haber encontrado la ruta aunque ya sean las 3 de la tarde, empezamos a planear futuras excursiones más ambiciosas: el Cares, por ejemplo, y así empezamos a subir por la piedra tallada por los vecinos de Tudanca para romper su aislamiento, encontrándonos con otros excursionistas que aseguran haber hecho un recorrido circular que no acabamos de entender.
Después, andando andando llegamos a una fuente que se supone que está a las afueras del pueblo-objetivo: Cidad de Ebro. Aun después de referescarnos, a estas horas ya no vemos de hambre y de no insistir en darle un nuevo voto de confianza a las ambiguas indicaciones, hubieramos comido a 5 minutos de éste sin verle.
Una vez allí, comemos el bocata en el crucero de la plaza y volvemos a ponernos en marcha enseguida porque se ha ido el sol y hace fresco.
A la vuelta nos paramos a observar unos trozos de piedra con pinta de bloques de hielo que no se sabe muy bien de dónde han salido.
Al llegar de nuevo a Tudanca, vamos al bar, en el que no hay cafetera ni baño, así que tomamos unas cervezas y damos una vuelta por el pueblo.Así, descubrimos que los coches aparcados al lado del río no son turistas sino los propios vecinos, que tienen las calles cortadas por
ser éstas muy estrechas, y conservando así más encanto.

Desfiladero del Oca, un paraíso cercano

El día 8 de octubre empezamos con las rutas, buscando los colores del otoño. Elegimos el desfiladero del Oca por ser - de entre las rutas documentadas que teníamos- la más cercana a Burgos con hayas y no ser demasiado larga.
Partimos del pueblo de Villamudria y pasamos de largo una iglesia bastante grande pero en ruinas que, en vez de estar en la parte más alta del pueblo, estaba algo separada de este y al lado del río.
Como las explicaciones de Enrique del Rivero no eran muy precisas nos pusimos a seguir el incipiente curso de un río que no nos interesaba.
Luego pasamos al lado de los molinos de referencia y después nos internamos en el hayedo hasta que vimos que no había ningún camino marcado y que nos estabamos separando del río. Así que bajamos al río y lo vadeamos. Luego seguimos hasta encontrar un alto en el que decidimos dar cuenta de los bocatas. Desde allí se veía la presa del Alba, alrededor de la cual hay otra ruta que igual hacemos algún día.
La vuelta fue mucho más rápida, no sólo porque la primera parte era cuesta abajo sino porque dimos muchas menos vueltas, no pasamos por el hayedo y llegamos en una hora, cuando a la ida habíamos tardado dos.
Para completar la jornada, paramos en Villasur de Herreros a tomar un café y un helado para reponer energías.
En esta primera salida al campo ya quedaron claras las preferencias de cada uno: mientras a Isma lo que más le gustaba era vadear los ríos, Ana iba a por el "más difí cil todavía" y a Noemí le tiraba el monte.

17.10.06

Inicio del blog

Iniciamos este blog en el cual pretendemos compartir nuestras experiencias ruteras por la provincia de Burgos y alrededores...